Un equipo multidisciplinar de científicos y filósofos ha publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' un artículo que describe "una ley perdida de la naturaleza", reconociendo por primera vez una norma importante en el funcionamiento del mundo natural.
En otras palabras, la evolución no se limita a la vida en la Tierra, sino que también se produce en otros sistemas enormemente complejos, desde planetas y estrellas hasta átomos, minerales y otras estructuras del universo.
El trabajo fue realizado por científicos del Instituto Carnegie, el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y la Universidad de Cornell, junto a filósofos de la Universidad de Colorado.
En general, las leyes “macroscópicas” de la naturaleza describen y explican fenómenos observados y experimentados a diario en el mundo natural, indica la Agencia Sinc. Leyes naturales relacionadas con las fuerzas y el movimiento, la gravedad, el electromagnetismo y la energía, por ejemplo, se describieron hace más de 150 años.
La nueva propuesta añade otra ley macroscópica que reconoce la evolución como un rasgo común de los sistemas complejos del mundo natural, con tres características fundamentales:
La denominada “Ley de la información funcional creciente”, como la han bautizado sus autores, afirma que el sistema evolucionará “si muchas configuraciones diferentes del sistema se someten a selección para una o más funciones”.
En el caso de la biología, Darwin equiparaba la función principalmente con la supervivencia: la capacidad de vivir lo suficiente para producir descendencia fértil.
El nuevo estudio amplía esa perspectiva, señalando que en la naturaleza se dan al menos tres tipos de función:
La evolución de la vida y la de los minerales están entrelazadas, ya que la vida utiliza los minerales para sus caparazones, dientes y huesos. De hecho, los minerales de la Tierra, que empezaron con unos 20 en los albores de nuestro sistema solar, hoy son casi 6.000 gracias a procesos físicos, químicos y, en última instancia, biológicos, cada vez más complejos a lo largo de 4.500 millones de años.
En el caso de las estrellas, el artículo señala que solo dos elementos esenciales (hidrógeno y helio) formaron las primeras poco después del Big Bang. Estas utilizaron el hidrógeno y el helio para producir unos 20 elementos químicos más pesados. Y la siguiente generación de estrellas se basó en esa diversidad para producir casi 100 elementos más.
“Sostenemos que la teoría darwiniana es solo un caso muy especial y muy importante dentro de un fenómeno natural mucho más amplio. La noción de que la selección por función impulsa la evolución se aplica igualmente a las estrellas, los átomos, los minerales y muchas otras situaciones conceptualmente equivalentes en las que muchas configuraciones están sometidas a una presión selectiva”, afirmó el coautor Robert M. Hazen, de Carnegie, líder de la investigación.